domingo, 25 de septiembre de 2011

El aullido del lobo

Era de noche en el bosque. Todos los habitantes de aquel lugar dormían plácidamente, el silencio acunaba los sueños de todos. De pronto, se escuchó el crujir de una ramita, las hojas se empezaron a mecer y la hierba abandonó su letargo y se movió con firmeza. ¿Quién habría roto la paz de aquel tranquilo lugar?

Era una loba que estaba a punto de dar a luz y había corrido a guarecerse en algún rinconcito que hiciese de cobijo para sus pequeños. De pronto, el silencio volvió a romperse con el chillido de unos pequeños lobeznos.Los animales del bosque desvelados acudieron a ver que había sucedido allí. Todos se quedaron sorprendidos.

-¡Lobos!- Habían llegado al bosque una pequeña manada de lobos. Los animales se reunieron y hablaron entre ellos:

- ¿Qué haremos?- preguntó la liebre.
- ¡Qué miedo!¡Nos van a comer a todos!- dijo templando el cervatillo.
- Tranquilizaros un momento. Nunca hemos tenido lobos aquí, ellos viven en manadas y la loba está sola- expuso el búho.
- ¿Y si vienen los demás? ¡Qué miedo!- habló temblorosa la ardilla.
- Eso no lo sabemos. Tal vez esté de paso. Hablemos con ella y preguntémosle - interrumpió el búho.

Los habitantes aterrados dieron un paso atrás. Ninguno quería hablar con un lobo. No les interesaba dialogar con semejante animal.

-Está bien, iré yo - dijo resignado el búho.

El sol empezaba a dar sus primeros haces de luz cuando el búho se presentó frente a la loba.

- Qué hijos tan hermosos tienes loba - le dijo el búho mirando a los lobeznos.
- Gracias - respondió la loba.
- ¿De dónde vienes? Anoche parecías agotada y decidimos no molestarte y dejarte descansar - explicó el búho.
- Vengo de muy lejos, huyendo de los hombres - añadió ella.
- ¿Por qué? ¿Te atacaron? - preguntó interesado el búho.
- Vinieron a nuestro bosque, talando árboles, cazando a los animales y han matado a mi manada - contó entristecida.
- ¿Estás sola? - se interesó.
- Sí, dejad que me quede aquí con mis hijos por favor, cuando sean mayores nos iremos. Mis cachorros son muy pequeños y no pueden recorrer grandes distancias - rogó la loba.
- ¿De qué te alimentarás? Los habitantes del bosque están asustados, creen que te los vas a comer - insitió preocupado el búho.
- Puedo comer frutos y pescado, no haré daño a ningún animal del bosque - prometió la loba.

El búho miró a la loba a los ojos y comprobó que estaba diciendo la verdad. Entonces accedió a convencer a los animales del bosque. Consiguió que los animales permitiesen que la loba se quedase.

Pasaron varios meses y los lobeznos se hicieron mayores. Habían crecido en medio del bosque en paz y armonía con el resto de los animales. Una noche la madre loba les dijo:

- Hijos míos voy a la montaña, me he enterado que allí están escondidos algunos lobos de mi antigua manada.
- ¿Por qué quieres ir a buscarlos? - preguntó uno de sus hijos.
- Los lobos necesitamos vivir en manadas.
- ¿Qué es una manada, mamá? - cuestionó intrigado otro.
- Una manada es algo parecido a lo que los humanos llaman familia. Los lobos vivimos juntos y nos protegemos los unos a los otros.

La mamá se despidió de sus hijos y se marchó. Cuando estaba a punto de llegar al lugar donde se encontraban sus congéneres se oyó un disparo. La loba asustada salió corriendo de aquel lugar y regresó al bosque con sus hijos, con tan mala suerte que los hombres la habían seguido. La loba asustada no sabía que hacer. Entonces pidió ayuda a la luna.

- Luna, ayudame. Los hombres me persiguen. Tengo miedo de que les hagan daño a mis pequeños.
La Luna habló desde el cielo. - ¿Qué puedo hacer para ayudarte, loba?
- Oscurecete, así no me verán- le pidió la loba.

En ese instante la Luna se oscureció y los hombres asustados se fueron de aquel lugar porque nunca habían visto desaparecer a la Luna.

- Gracias, Luna - dijo la loba.
- No tienes por qué darlas- respondió la Luna.

Cuando la loba se disponía a marcharse, la Luna la detuvo.

- Espera loba, necesito que me hagas un favor.
- Dime Luna, haré lo que me pidas -habló la loba.
- Vivo muy sola aquí arriba y paso frío por las noches. Me gustaría que le dijeses a uno de tus hijos que se viniese a vivir conmigo. Yo a cambio hablaré con tu manada y la llevaré al bosque. Te esperaré en medio de la espesura cuando haya luna llena - pidió la Luna.

La loba agachó la cabeza y regresó con sus hijos. Sus hijos vieron que su madre había regresado muy triste y pensativa. Ellos estaban muy preocupados por qué no sabían que mal atormentaba a su madre, ella nunca hablaba de lo que le había pasado aquella noche.

Fueron pasando las noches y llegó la noche de la cita. La loba entristecida se puso frente a sus hijos y les dijo.

- Mis queridos pequeños. ¿Os acordáis de la noche en que salí hacia la montaña?

Los lobitos asintieron preocupados con la cabeza.

- Pues bien, esa noche los hombres estuvieron acechándome y la Luna me ayudó. Ella me pidió que uno de vosotros se fuese a vivir con ella al cielo y a cambio ha prometido traer aquí a nuestra manada.

- Yo iré- dijo el pequeño decididamente.
- Yo no quiero que os vayáis ninguno. Me gustaría que conociérais la vida en manada, que aprendiéseis nuestra historia y que conociérais a otros lobos. Así que tras mucho pensarlo, seré yo quien se marche - dijo la mamá entristecida.

Los lobitos no querían que su madre se marchara pero como eran muy obedientes no dijeron nada y acompañaron a su madre al centro del bosque.

La Luna brillaba como una esfera en lo alto del cielo y desde allí habló:

- Loba, ¿cuál de tus hijos se vendrá conmigo?
- Me iré yo, Luna. Quiero que mis hijos conozcan a su familia lobezna - explicó la loba.

La Luna accedió, trajo la manada al bosque y se llevó a la loba. Los lobos miraron al cielo y vieron como la loba lloraba. Entonces los lobos empezaron a aullar, cantándole con sus aullidos una canción, entonces la loba dejó de llorar.
Desde esa noche, los lobos aullan desde la tierra a la loba cada noche de luna llena. Con sus aullidos le mandan su cariño y le cantan una canción que llegan a la loba como una caricia sonora.

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