jueves, 24 de noviembre de 2011

La leyenda de la mariposa

Hace mucho tiempo en un precioso jardín habitaban armoniosamente. Todos ellos se caracterizaban por el color de su cuerpo. Unos tenían colores llamativos y radiantes, otros oscuros. Sus colores les ayudaban a confundirse con la tierra o las hojas. Pero había un insecto cuyo color no tenía nada especial. Era el gusano.

- ¡Pobrecito! ¡Tan blanco, tan insulso! Tenía que correr a esconderse bajo la tierra si no quería ser comido por otros animales.

El gusano solamente podía salir al exterior los días de lluvia, pues esos días había menos depredadores y además podía bañarse en barro para intentar camuflarse.

Un día llegó al precioso jardín una mariquita. Todos los insectos se quedaron prendados al verla.

- ¡Qué color tan bello! ¡Qué manchitas tan simpáticas! - pensaban todos.

El pobre gusano la miraba con admiración y un poquito de envidia.

-¡Ojalá yo tuviese esos colores! - se decía para sí.

La mariquita que vió la cara de pena del gusano voló hacia él.

-¿Qué te pasa gusano? - preguntó la mariquita.
- Me encantan tus colores, ojalá yo pudiese ser tan hermoso como tú - expuso el gusano.
- Deberías ir a ver a la señora araña, ella podría tejerte unas hermosas alas para ti. Eso te haría parecer muy hermoso.

Como el gusano no sabía donde vivía la señora araña, le pidió a la mariquita que lo acompañase. Ambos fueron a ver a la araña.

La señora araña tenía una casa preciosa. Estaba hecha de finos hilos que parecían diamantes al brillo del sol y tenía unas bolitas tan hermosas que parecían copos de nieve.

-¿Qué queréis? - cuestionó la araña.
- Mi amigo necesita que le tejas unas alas con tu hermosa red.
- ¿Para qué quiere un gusano unas alas? Los gusanos no pueden volar sólo viven bajo tierra.
- Necesito que me ayudes, quiero ser más hermoso.

La araña se apiadó de él y accedió a hacerle unas alas.

- Ven esta noche, ya las tendré terminadas y te las podrás poner - confirmó la araña.

El gusano se marchó entusiasmado a su casa pensando en sus hermosas alas. Éste ignoraba las verdaderas intenciones de la araña.

- Jejeje, ¡vaya tonto! Le voy a tejer unas alas preciosas con las cuales lo capturaré. ¡Ya tengo desayuno para mañana! - pensaba la araña.

Al anochecer el gusano salió presuroso hacia la casa de la araña, tanta prisa se dio que llego con mucho tiempo de antelación. Al llegar allí vio a la señora araña abriendo una de las bolitas.

- ¿Qué raro? - pensó el gusano - ¿para qué estará deshilando esa bolita? ¿Habrá guardado ahí mi capa?

Para asombro del gusano, la señora araña no había guardado allí su capa, sino a una luciérnaga a la cual se disponía a cenársela.

- ¡Qué horror! ¡Tengo que hacer algo! - se dijo.

El gusano anduvo veloz por el tronco de la planta en la cual se hallaba la casa de la araña y saltó sobre una cuerda. La cuerda hizo vibrar toda la telaraña y la araña se resbaló dejando libre a la luciérnaga.

- ¡Tú! ¿Ingrato! ¡Mira lo que has hecho! ¡Acabo de perder mi cena por tu culpa y ahora tú seras mi cena!

El gusano se había quedado atrapado en la tela. No podía salir de allí, entonces, vio que cerca de él había un trocito de pasto, lo cogió con su boca y cortó la telaraña justo en el momento en el que la araña se estaba acercando a él.

El gusano cayó al suelo y la araña se dispuso a bajar para atraparlo, pero este cavó raudo y se escondió bajo la tierra. Siguió cavando para alejarse de aquel lugar y cuando se sintió seguro salió de nuevo a la superficie.

- ¡Gracias por ayudarme! - expresó la luciérnaga.
- De nada - dijo apenado el gusano.
- ¿Qué te sucede? - indagó la luciérnaga.
- He sido un iluso. Vine aquí con la esperanza de ser más hermoso, de tener un color especial como los demás insectos y al final casi pierdo la vida - respondió el gusano.
- No te pongas triste. En agradecimiento por lo que has hecho por mí, te voy a dar este hilito amarillo para que te construyas tus propias alas.

El gusano ilusionado aceptó el regalo y volvió a su casa entusiasmado por la idea de construirse sus propias alas.

Se pasó varios días tejiendo con aquel hilo tan fino.

- ¡Parecerán de oro! - pensaba para sí - ¡Haré las alas más hermosas del mundo!.

Pero cada vez que el gusano terminaba un trocito de tela e intentaba separarla, esta se unía. Lo único que conseguía era hacer un saquito.

Los otros insectos se burlaban de él.

- ¡Qué animal tan presuntuoso! ¡Qué vanidoso es! ¡Lo único que quiere es presumir! - decían los insectos.

El pobre gusano avergonzado se metió dentro del saquito, quería comprobar si podría cortarlo desde el interior, pues desde fuera no lo había conseguido. Pero cuando estaba dentro, el saquito se cerró y el gusano se quedó atrapado en su interior.

Pasaron varios días hasta que el gusano logró salir por fin de su cautiverio. Cuando salió se extrañó al ver la cara de asombro de los demás insectos.

- ¡Qué insecto más bello! - afirmaron todos.
- ¡Dejaos de bromas, por favor! Me he quedado atrapado y lo que menos necesito son vuestras burlas - expresó disgustado el gusano.

Entonces apareció la luciérnaga.

- ¡Qué hermoso te ves! - le alabó la luciérnaga.
- No sé de qué me hablas, no he conseguido tejer unas alas - admitió el gusano.
- Miraté en ese charquito - le pidió la luciérnaga.

El gusano se acercó al charquito y se quedó asombrado al ver su imagen reflejada en el agua. ¡Tenía unas alas! ¡ Unas alas preciosas de colores! No sabía que había pasado, pero se veía hermoso.

-Gusano - dijo la luciérnaga - Ahora eres una bella mariposa. Tus alas han sido fruto de tu tenacidad y tu esfuerzo, no lo olvides nunca. De este modo siempre serás el insecto más hermoso.

Desde aquel día los gusanos tejen sus pequeños capullos para convertirse en hermosas mariposas que cubren nuestros campos y jardines.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El aullido del lobo

Era de noche en el bosque. Todos los habitantes de aquel lugar dormían plácidamente, el silencio acunaba los sueños de todos. De pronto, se escuchó el crujir de una ramita, las hojas se empezaron a mecer y la hierba abandonó su letargo y se movió con firmeza. ¿Quién habría roto la paz de aquel tranquilo lugar?

Era una loba que estaba a punto de dar a luz y había corrido a guarecerse en algún rinconcito que hiciese de cobijo para sus pequeños. De pronto, el silencio volvió a romperse con el chillido de unos pequeños lobeznos.Los animales del bosque desvelados acudieron a ver que había sucedido allí. Todos se quedaron sorprendidos.

-¡Lobos!- Habían llegado al bosque una pequeña manada de lobos. Los animales se reunieron y hablaron entre ellos:

- ¿Qué haremos?- preguntó la liebre.
- ¡Qué miedo!¡Nos van a comer a todos!- dijo templando el cervatillo.
- Tranquilizaros un momento. Nunca hemos tenido lobos aquí, ellos viven en manadas y la loba está sola- expuso el búho.
- ¿Y si vienen los demás? ¡Qué miedo!- habló temblorosa la ardilla.
- Eso no lo sabemos. Tal vez esté de paso. Hablemos con ella y preguntémosle - interrumpió el búho.

Los habitantes aterrados dieron un paso atrás. Ninguno quería hablar con un lobo. No les interesaba dialogar con semejante animal.

-Está bien, iré yo - dijo resignado el búho.

El sol empezaba a dar sus primeros haces de luz cuando el búho se presentó frente a la loba.

- Qué hijos tan hermosos tienes loba - le dijo el búho mirando a los lobeznos.
- Gracias - respondió la loba.
- ¿De dónde vienes? Anoche parecías agotada y decidimos no molestarte y dejarte descansar - explicó el búho.
- Vengo de muy lejos, huyendo de los hombres - añadió ella.
- ¿Por qué? ¿Te atacaron? - preguntó interesado el búho.
- Vinieron a nuestro bosque, talando árboles, cazando a los animales y han matado a mi manada - contó entristecida.
- ¿Estás sola? - se interesó.
- Sí, dejad que me quede aquí con mis hijos por favor, cuando sean mayores nos iremos. Mis cachorros son muy pequeños y no pueden recorrer grandes distancias - rogó la loba.
- ¿De qué te alimentarás? Los habitantes del bosque están asustados, creen que te los vas a comer - insitió preocupado el búho.
- Puedo comer frutos y pescado, no haré daño a ningún animal del bosque - prometió la loba.

El búho miró a la loba a los ojos y comprobó que estaba diciendo la verdad. Entonces accedió a convencer a los animales del bosque. Consiguió que los animales permitiesen que la loba se quedase.

Pasaron varios meses y los lobeznos se hicieron mayores. Habían crecido en medio del bosque en paz y armonía con el resto de los animales. Una noche la madre loba les dijo:

- Hijos míos voy a la montaña, me he enterado que allí están escondidos algunos lobos de mi antigua manada.
- ¿Por qué quieres ir a buscarlos? - preguntó uno de sus hijos.
- Los lobos necesitamos vivir en manadas.
- ¿Qué es una manada, mamá? - cuestionó intrigado otro.
- Una manada es algo parecido a lo que los humanos llaman familia. Los lobos vivimos juntos y nos protegemos los unos a los otros.

La mamá se despidió de sus hijos y se marchó. Cuando estaba a punto de llegar al lugar donde se encontraban sus congéneres se oyó un disparo. La loba asustada salió corriendo de aquel lugar y regresó al bosque con sus hijos, con tan mala suerte que los hombres la habían seguido. La loba asustada no sabía que hacer. Entonces pidió ayuda a la luna.

- Luna, ayudame. Los hombres me persiguen. Tengo miedo de que les hagan daño a mis pequeños.
La Luna habló desde el cielo. - ¿Qué puedo hacer para ayudarte, loba?
- Oscurecete, así no me verán- le pidió la loba.

En ese instante la Luna se oscureció y los hombres asustados se fueron de aquel lugar porque nunca habían visto desaparecer a la Luna.

- Gracias, Luna - dijo la loba.
- No tienes por qué darlas- respondió la Luna.

Cuando la loba se disponía a marcharse, la Luna la detuvo.

- Espera loba, necesito que me hagas un favor.
- Dime Luna, haré lo que me pidas -habló la loba.
- Vivo muy sola aquí arriba y paso frío por las noches. Me gustaría que le dijeses a uno de tus hijos que se viniese a vivir conmigo. Yo a cambio hablaré con tu manada y la llevaré al bosque. Te esperaré en medio de la espesura cuando haya luna llena - pidió la Luna.

La loba agachó la cabeza y regresó con sus hijos. Sus hijos vieron que su madre había regresado muy triste y pensativa. Ellos estaban muy preocupados por qué no sabían que mal atormentaba a su madre, ella nunca hablaba de lo que le había pasado aquella noche.

Fueron pasando las noches y llegó la noche de la cita. La loba entristecida se puso frente a sus hijos y les dijo.

- Mis queridos pequeños. ¿Os acordáis de la noche en que salí hacia la montaña?

Los lobitos asintieron preocupados con la cabeza.

- Pues bien, esa noche los hombres estuvieron acechándome y la Luna me ayudó. Ella me pidió que uno de vosotros se fuese a vivir con ella al cielo y a cambio ha prometido traer aquí a nuestra manada.

- Yo iré- dijo el pequeño decididamente.
- Yo no quiero que os vayáis ninguno. Me gustaría que conociérais la vida en manada, que aprendiéseis nuestra historia y que conociérais a otros lobos. Así que tras mucho pensarlo, seré yo quien se marche - dijo la mamá entristecida.

Los lobitos no querían que su madre se marchara pero como eran muy obedientes no dijeron nada y acompañaron a su madre al centro del bosque.

La Luna brillaba como una esfera en lo alto del cielo y desde allí habló:

- Loba, ¿cuál de tus hijos se vendrá conmigo?
- Me iré yo, Luna. Quiero que mis hijos conozcan a su familia lobezna - explicó la loba.

La Luna accedió, trajo la manada al bosque y se llevó a la loba. Los lobos miraron al cielo y vieron como la loba lloraba. Entonces los lobos empezaron a aullar, cantándole con sus aullidos una canción, entonces la loba dejó de llorar.
Desde esa noche, los lobos aullan desde la tierra a la loba cada noche de luna llena. Con sus aullidos le mandan su cariño y le cantan una canción que llegan a la loba como una caricia sonora.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La leyenda del búho

En el bosque transcurría la vida alegre y tranquila,pero los animales se aburrían mucho. Hacía mucho tiempo que los cazadores no iban por allí.

-¡Qué aburrimiento!- dijo el conejo.
- ¿Qué podemos hacer?- preguntó la tortuga con gran hastío
- ¿Por qué no hacemos una fiesta?- propuso la paloma.
- ¿Y qué celebramos?- dijo el perro.
- No sé, cualquier cosa, lo importante es que nos divirtamos un rato - expresó entusiasmada la paloma.
- Pero siempre que hemos hecho una fiesta, ha sido para celebrar algo- aclaró el perro.
- ¿Por qué no hacemos un concurso para ver quién es el más inteligente? - propuso el conejo.
-¿Y quién hará de jurado? ¿Quién decidirá quién es el ganador?- cuestionó la paloma.
- ¿Por qué no se lo proponemos a los humanos?- propuso el perro.

Los animales acudieron al hombre para explicarles su problema. Los hombres accedieron a preparar las pruebas y a valorar las cualidades de cada uno. Mientras tanto los animales se encargarían de avisar al resto de los habitantes del bosque y los citarían a todos en medio del bosque.

Todos los animales acudieron a la cita emocionados y con gran ilusión de ganar, todos, menos el señor búho. A él no le gustaban las fiestas ni el bullicio.
La primera prueba era resolver operaciones matemáticas. Los animales debían hacer sumas y restas. Muchos de ellos no lograron superarlas, ya que no sabían como resolver este tipo de actividades.

La segunda prueba fue una ghynkana. Esta prueba consistía en buscar con un mapa unos medallones que los hombres habían escondido.
Los ganadores de dicha prueba se sentían muy orgullosos de haber sido capaces de pasar unas pruebas tan complicadas.

- Ahora debéis pasar la peor de las pruebas - dijo un hombre.
- Esta prueba es difícil de resolver. Tan difícil que hay hombres a los que les cuesta mucho realizarlas y otros no son capaces de conseguirlo - explicó otro.

Los animales quedaron en completo silencio. Estaban deseosos de saber cuál sería la última prueba. ¿Qué tendrían que hacer? y sobre todo ¿quién de ellos sería capaz de resolverla?
De pronto, el silencio se rompió con la voz de un hombre que se decidió a explicar la prueba:

-La última prueba consiste en descifrar un enigma. Una vez resuelto debéis acudir con el resto de los animales al centro del bosque para dar la solución y preparar la fiesta.

Los animales se volvieron a quedar en silencio y prestaron mucha atención para escuchar bien el enigma.

- El enigma es el siguiente:

"El más inteligente será
aquel que me logre descifrar.
Sólo hay un animal
más inteligente que los demás.
Un animal capaz de andar,
nadar y volar".

Los animales no sabían cuál de ellos podría ser la respuesta al enigma. Los pájaros eran capaces de volar y andar, pero no nadaban. Los peces sólo podían nadar. Las ranas nadaban pero no volaban ni andaban. ¿cuál sería ese animal?

El perro se adentró en el bosque para ver si allí encontraba la respuesta. Miró uno a uno a todos los animales, pero siempre había algo que no podían hacer. El animal que volaba no nadaba y el que andaba no volaba ni caminaba.

- ¿Cuál es la respuesta? - decía el conejo - ¿qué animal será?
- ¿Qué te pasa conejo? - preguntó el búho.
- No soy capaz de averiguar el enigma que los hombres han mencionado. Quiero ser el más inteligente, pero no sé cuál es la respuesta. - respondió angustiado el conejo.
- ¿Todavía seguís con ese estúpido concurso?- cuestionó el búho riéndose.
- ¡No es una tontería!se trata de ser él más inteligente. - dijo enfadado el conejo.
- No te enfades. Dime el enigma, a ver si te puedo ayudar.

El conejo citó el enigma al búho y este fue a su casa.

- ¿Qué haces?

- Espera que voy a buscar en un libro que tengo, para ver si encuentro la respuesta.

- ¿Sabes leer?- articuló sorprendido el conejo.

- Sí, hace tiempo que aprendí- aseveró el búho.

- ¿Cómo aprendiste?- insistió intrigado el conejo.

- Me gusta aprender cosas y presto mucha atención en cómo los que son capaces de hacerlas las realizan. Luego practico hasta que consigo hacerlo yo también.

- ¡Vaya! - exclamó asombrado el conejo.- Nunca había conocido a ningún animal que supiese leer.

- ¡Aquí está!. Es el hombre. Él es el único animal capaz de hacer esas cosas.

- Muchas gracias por ayudarme.

El conejo fue corriendo a buscar a los animales y llevarlos al centro del bosque para dar la respuesta. Corría felizmente y nervioso, ya que quería ser el primero en dar la respuesta. Mientras tanto el búho vio a los hombres cogiendo hortalizas.

- ¡Mm! ¡Qué raro! ¿Los hombres cogiendo comida para nosotros? - se dijo el búho a sí mismo - Los seguiré, no se por qué pero no puedo confiar en ellos.

Los hombres llegaron al centro del bosque cargados con zanahorias, hierbas, frutos,...para celebrar la fiesta. También invitaron a la fiesta a sus mujeres e hijos, ya que querían que ellos supieran cuál era el animal más inteligente de todos.

El conejo se puso en el centro de todos los animales y un hombre le dijo:

- ¡Conejo! ¿Cuál es el animal que es más inteligente que los demás que puede andar, nadar y volar?

El conejo dijo: ¡El hombre!

- Muy bien conejo.

Los animales le aplaudieron admirados, ¡qué animal más inteligente! ¡había sido capaz de solucionar el enigma!

- Ahora celebraremos una gran fiesta para festejarlo. - continuó el hombre.

De pronto, cientos de redes saltaron sobre los animales, los cuales asustados, intentaban fugarse.

- ¿Qué es esto?- dijo la paloma angustiada.

- ¿Qué hacéis? - preguntó el castor enfadado.

- Solo hay un animal que es más inteligente que los demás- respondió un hombre riendo.- Os hemos engañado, hicimos vuestro concurso solamente para cazaros y comeos. Haremos una fiesta, pero para nosotros jejeje.

Los animales lloraban desconsolados. Mientras tanto, los hombres preparaban las verduras, las mesas,... para celebrar el banquete.

Al anochecer, estaba todo preparado. Los hombres y sus familias fueron a ataviarse con sus mejores vestidos. Entre tanto, el búho que había estado vigilándolos y que sabía lo que había sucedido. Voló rápido a la mesa, cogió uno de los cuchillos con su pico y cortó las redes.

Los animales escaparon rápidamente y se adentraron en el bosque. Cuando los hombres regresaron, ya no quedaba ningún animal.

Esa noche el búho reunió a todos los animales.

-Debemos hacer algo. - gritó furioso el búho.

- ¿Hacer? ¿De qué hablas?- cuestionó el perro.

- El hombre estará enfadado e intentará volver y cazarnos.

- ¡Pero ahora estamos libre y podremos escapar!- expuso la paloma.

- El hombre es muy inteligente, tiene muchas armas y trampas. Al final nos dará caza si no hacemos nada por evitarlo.

- ¿Qué podemos hacer? - preguntó el castor.

- Id a dormir, yo vigilaré y buscaré una solución.

Los animales descansaron toda la noche. a la mañana siguiente dijo el búho.

- Debemos unir nuestras fuerzas y atacar al hombre. No le haremos daño, sólo los asustaremos. Dejadme primero que hable con ellos.

El búho explicó su plan a los animales y luego fueron a buscar a los hombres, los cuales se estaban preparando para ir a cazar. Llevaban sus armas al hombro, sus caras estaban pintadas y sus ojos estaban llenos de rabia y coraje.

El búho se presentó frente a ellos y gritó:

- ¡Nos habéis engañado! Nosotros confiamos en vosotros y ahora vamos a castigaros por vuestra deslealtad!

- Jajaja, ¿qué van a hacer unos cuantos animalillos frente a nosotros, somos más inteligente y fuertes? - rieron los hombres.

-Sí, pero os ganamos en número - añadió el búho.

En ese momento, salieron cientos de animales por todas partes y rodearon a los hombres. El cielo se oscureció, ya que miles de pájaros cubrieron la luz del sol.

Las caras de los hombre se empalidecieron.

- Si queréis seguir con vida, debéis marcharos del bosque y no regresar nunca más. ¿Qué decís?

Los hombres se reunieron y hablaron entre ellos.

- Es cierto que somo más fuertes, pero nos superan en número. - expuso un hombre.

- Además nos tienen rodeados y aunque consiguiésemos matar a algunos, no podríamos con todos - aclaró otro.

Al final los hombres accedieron a irse del bosque y a no volver más.

Desde ese día, el búho se conoció como el más inteligente de los animales y no volvió a dormir de noche, ya que no confiaba en la palabra del hombre. Noche tras noche escuchamos al búho diciéndole a los animales que descansen, que él vigila sus sueños y les recuerda a los hombres que no deben romper su promesa.